domingo, 14 de abril de 2013

Antropología del Consumo: Un Valor Cultural en los Estudios de Mercado

por: Roberto Alva, director de proyectos Grado7, JWT
En la actualidad, la mercadotecnia se ha apoyado en diversas disciplinas para reforzar y entender con mayor claridad el comportamiento del consumidor. La antropología es la que ha permitido obtener mayor información sobre éste, no sólo a nivel individual, sino social. Ha permitido romper con la percepción de las teorías económicas en dónde se planteaba que los consumidores actuaban de forma racional para cubrir sus necesidades o satisfacciones con la adquisición de algún bien o servicio.
Esta disciplina ha propuesto una nueva corriente dentro del campo de la mercadotecnia (antropología del consumo o del marketing, etnomarketing) en donde se plantea la influencia en el consumidor por sus diferentes grupos de pertenencia, los distintos roles que pone en juego en su vida diaria y los múltiples estados emocionales y situacionales que forman ese gran conglomerado en una toma de decisión, creando así un modelo más complejo en donde se reflejan tanto aspectos cognoscitivos como emocionales y socioculturales.
También ha permitido un estudio más profundo de la personalidad y ha impulsado la clasificación de los consumidores en distintos subgrupos o target para mostrar con mayor claridad las diferencias y semejanzas entre ellos. Esto otorga un enfoque distinto a los mercadólogos, los cuales desarrollaban sus campañas y productos a partir de las características intrínsecas del producto con el fin de adaptar las personalidades de los consumidores a los mismos. Cuando el proceso se presenta de forma inversa, pues el consumidor, a partir de su propia personalidad, le otorga características simbólicas a éstos (algunas marcas/productos van más allá de una necesidad funcional, y desempeñan un rol determinante en diferentes momentos de su vida al representar la tradición, confianza, socialización, renovación, pertenencia, inclusión o exclusión en determinados contextos, entre otros). Si además sabemos que la personalidad no es estática, pues se va construyendo a partir de la influencia del ambiente en el que se desenvuelven las personas; de las experiencias y del conocimiento adquiridas a través de ellas y de cualquier hecho social que ocurra en la vida diaria del consumidor que le permita desarrollarse y madurar en ese aspecto, el esfuerzo por parte de la mercadotecnia radica en mantener y actualizar dicho crecimiento para evolucionar, como marca/producto, con el consumidor. Es decir, implica un estudio constante y un proceso de maduración gradual, aspectos que la antropología del consumo ha facilitado en esta disciplina.
Esto ha permitido que la cultura sea vista como trasfondo de los comportamientos de consumo y, al mismo tiempo, poder observar cómo determinados productos van adquiriendo una carga simbólica que antes no era considerada, obligando de igual forma a recurrir a lo cultural como criterio de segmentación, como conductor y guía del éxito.
ANTROPOLOGÍA DEL CONSUMO
Antes que nada habría que poner de manifiesto cómo la antropología del consumo ha revalorado a la cultura como punto central en el desarrollo de productos y su publicidad desde varios puntos de vista: el consumidor, la organización y el mercado en el que se desenvuelven y a demostrado la relevancia que tiene el simbolismo en el proceso de consumo que caracteriza a la cultura (individual y social) en la que se ven inmersas un sinfín de marcas con las que se enfrenta el consumidor.
Por lo tanto, ha permitido develar varias interrogantes que se mantenían ocultas tras los valores y las creencias que predominaban en el consumidor y que no eran tomadas en cuenta, además de ese mundo simbólico que subyace en cada una de las subculturas y la forma en que se desarrolla la conducta humana en sus diferentes roles (consumidor, comprador, cliente, empleado, intermediarios, niveles socioeconómicos, ciclos de vida, etcétera) y la relación con los diferentes productos y sus formas de negociación.
Al mismo tiempo, permite obtener y entender de una forma más integradora y holística las etapas que le interesan a la mercadotecnia: entender a los consumidores, atraer nuevos compradores y conservar a los ya existentes (siguiendo la línea anterior, no sólo conservarlos, sino crecer y desarrollarse con ellos). Al entender las necesidades del consumidor, sus preferencias, sus tendencias, sus gustos, sus expresiones, su contexto y sus rituales, dentro de las propias dinámicas de consumo, permitirá una mejor categorización y definir con mayor claridad las futuras estrategias para satisfacer sus necesidades. Por otra parte, a partir de ese entendimiento y toma decisiones, se puede entablar una comunicación adecuada que cubra las particularidades del segmento y posicionar la marca/producto en los canales y medios correctos mostrando una oferta más atractiva, diferenciada y competitiva que lo atraigan y, por último, poder conservarlos mediante una estrategia de retroalimentación e intercambio, en donde van a estar satisfechas sus necesidades a cambio de una lealtad hacia la marca/producto. Entonces, podría decirse que la antropología de consumo es el marketing de cada grupo humano con sus significativas homogeneidades y heterogeneidades propias.
NUEVA PERSPECTIVA SOBRE EL NSE D Y D+
Un claro ejemplo es el aún reciente estudio realizado por G7 y JWT, “Estilos de vida de los niveles socioeconómicos y culturales de bajo ingreso” en donde se propone una nueva perspectiva sobre los consumidores del NSE y Cultural D, D+.
En él se plantea romper el paradigma de observar a este nivel como una clase homogénea, pues en su interior se presentan diversas tipologías con características y dinámicas (sociales y de consumo) que los diferencian entre sí y, por ende, no puede existir un sólo tipo de publicidad, al contrario, según el target y tipología, ésta debe de ser variada.
Este estudio, permitió ampliar la perspectiva en cuanto a este nivel, entender y romper varios mitos creados por los mercadólogos basado en concepciones propias (una masa uniforme, sin pensamiento abstracto, sin aspiraciones, no influenciados por las tendencias y la tecnología y su bajo consumo de marcas y productos, por mencionar algunos de ellos), cuando en la realidad, y desde un acercamiento antropológico, fue posible entender su propia cosmovisión, su auto-identificación mediada también a partir de la percepción que tienen de los otros, sus costumbres, creencias y valores, así como su propia interpretación de los mensajes publicitarios y sus relaciones que tienen con los productos y marcas de consumo, en donde establecen no sólo una relación funcional y afectivo-emocional, sino que también implica elementos culturales y simbólicos, aspectos que han capitalizado los estudios antropológicos para insertarse en los estudios de mercado.
Un aspecto que también habría que tomarse en cuenta y que este tipo de estudios han venido a redefinir, son las reglas de reclutamiento, un punto fundamental en donde se presenta el primer contacto con el consumidor. De éste depende un acercamiento real y adecuado según los objetivos planteados, en donde no sólo se deben de tomar en cuenta los criterios socioeconómicos tradicionalmente utilizados en los estudios de mercado, sobre todo, cuando hablamos de que el consumidor es un ente sociocultural y sus dinámicas no están regidas sólo por el aspecto económico. Los estudios antropológicos, al incorporar las variables culturales (además de los criterios socioculturales tradicionales) permiten obtener resultados fehacientes ante una elección correcta del target.
Todo lo anterior ha demostrado la importancia de entender a cada grupo social en su propio contexto y al mismo tiempo refleja la relevancia de la antropología en los estudios de mercado, otorgándoles un valor único, pues al conocer en profundidad al consumidor, las estrategias pueden ser diversas y adaptarse a una gran variedad de productos, marcas o submarcas según se requiera, además de observar la proyección que pueden tener posteriormente éstos en el grupo estudiado.
UNA CULTURA SIMBOLICA DEL CONSUMO
La antropología del consumo se ha preocupado por reconfigurar términos que se presentan en la cultura y se ven proyectados en las dinámicas de consumo como son la exclusión e inclusión, la diferencia e identidad, apropiación y reconfiguración, procesos simbólicos y rituales, por mencionar conceptos que tienden a ser el eje principal en los actuales estudios de mercado.
Ahora bien, si señalamos que el hombre es un “animal simbólico” puesto que tiene la capacidad de crear, reproducir y otorgar significados a sus relaciones culturales (en donde se ve implicado el mercadeo) compartidas por una sociedad, claro está que el consumidor es capaz de atribuir significado a todo y, por ende, se vuelve un consumidor de signos, no sólo de productos.
Por ello, no sólo es importante conocer la percepción que se tiene de los productos/marcas, también hay que profundizar en el significado atribuido a los escenarios de compra en los que se presentan el contacto con el mismo y todas las relaciones, interacciones, transformaciones y reproducciones culturales que se dan en su interior. Este tipo de relaciones permiten observar las diferentes formas de pensar y vivir (hábitos, dinámicas, reconfiguración de espacios, actitudes), la forma en que se interactúa con los productos, la selección, negociación y consumo, las cuales están enmarcadas en determinadas formas de vida; en estos procesos también se observan los símbolos socioculturales propios del consumidor y en los que se demuestra que no es un individuo que tome decisiones de forma irreflexiva, sino que crea relaciones socioculturales y emocionales con lo que interactúa en su devenir cotidiano y que es algo intrínseco en él.
Una vez que se conoce al consumidor (y todo el bagaje cultural al que se ve sometido) se puede visualizar el proceso (que se encuentra en construcción) que va desde el significado atribuido a los diversos productos, marcas u objetos que están involucrados en el intercambio (simbolización y de-simbolización) hasta aquellos elementos que intervienen y las reglas de los diferentes intercambios. Es decir, una marca puede estar dirigida para determinado target, pero aún así, los intercambios y transacciones realizadas pueden variar en las diferentes tipologías o tribus al interior del mismo.
Esto se debe a la construcción cultural que se realiza alrededor de los diferentes productos y/o marcas, -que también depende del grupo observado- otorgándoles así una legitimación social. Esta construcción se encuentra íntimamente ligada con los patrones culturales predominantes de dicho grupo y a la que se incorporan cada uno de estos productos/marcas y es de esta construcción-simbolización en donde se basan los investigadores para otorgarles un sentido a cada objeto que se pretende introducir al mercado.
Lo anterior implica un arduo proceso en el que se debe codificar, analizar e interpretar la realidad de un grupo social en su propio entorno para así dar respuesta a sus necesidades y abordar al mismo tiempo las realidades culturales que les son propias. Así, los investigadores de la antropología de consumo llegan a develar ese mundo simbólico que se presenta en cada una de sus actividades y procesos de decisión de compra y consumo. Lo que también permite una visión comparativa e interpretativa del significado cultural de cada una de sus experiencias, llegando a insight más profundos y reales, basados en un bagaje cultural aprendido.
CONCLUSIONES
Los estudios antropológicos le han otorgado un giro a la mercadotecnia, han propuesto una nueva forma de percibir las relaciones entre el consumidor y las marcas/productos, así como valorizar la cultura en la que se éste se encuentra y de la cual forma parte.
Permite una mayor profundidad en el conocimiento de los diferentes segmentos y devela esa gran incógnita simbólica que subyace en los diferentes patrones culturales a los que se somete el consumidor en su vida cotidiana, lo que da pie a una comunicación más real e identitaria. Al crear este tipo de comunicación se pondrá en funcionamiento tanto sus códigos como sus símbolos para una mejor apropiación según sus necesidades, conocimientos e intereses particulares y, por ende, una mejor asimilación de lo ofrecido (sea marca, producto, publicidad, etcétera.).

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