¿Hay que separar completamente el trabajo de lo personal? ¿En qué medida nos afecta lo que sucede en nuestra vida diaria, en casa, a nuestros desempeños profesionales? ¿Cómo gestionar adecuadamente las emociones cuando estamos en la empresa? Anne Kreamer, la que fuera directora creativa de Nickelodeon, ha profundizado respecto a este tema en el libro "It's always personal: emotion in the new workplace", presentando una nueva versión del pensamiento de Descartes: "pienso y siento, luego existo".
Kreamer señala que, hasta hace unos años, las emociones quedaban fuera de los muros de las oficinas, lejos del entorno laboral, entendiéndose este como un espacio hiperracional, lógico y con horariso estrictos y gran organización.
Sin embargo, a medida que el trabajo y la vida familiar caminan casi de la mano, con la conciliación como palabra clave en estos tiempos, la separación entre la esfera laboral y la personal y/o emocional se está diluyendo.
Buena muestra de ello es que actualmente solemos utilizar en gran medida el correo electrónico de empresa para comunicarnos con familia y amigos durante la jornada laboral. Igualmente, nuestro teléfono suele estar receptivo a cualquier hora del día a llamadas por motivos de trabajo.
Esta realidad no es sana, según apuntan expertos profesionales como Kreamer y otros estudiosos de la materia. No es sana en el sentido de que cada vez es más difícil desconectar del trabajo y relajarse en el tiempo libre, dejando las preocupaciones laborales en la oficina. Por eso, es interesante tener en cuenta una serie de consejos para que la empresa no se cuele en nuestra cama y nos robe el sueño.
Las emociones no deben reprimirse nunca, son buenas si se presentan de manera positiva y se gestionan adecuadamente. Si las preocupaciones familiares te asaltan en la oficina, busca un espacio de intimidad para desahogarte y poder centrarte en tus tareas. En caso contrario, soluciona lo que te preocupa de tus tareas y da carpetazo real y mental a ese problema laboral.
Las emociones positivas se aceptan en términos de motivación y las negativas son objeto de rechazo, pero hay que recordar que ambas van juntas. Las emociones negativas pueden estallar en cualquier momento, provocando daños colaterales. Por eso, desahogarse a tiempo es un triunfo, antes de estallar.
Deberíamos dejar espacio para las emociones más difíciles, como la posibilidad de expresar frustración. Tanto los jefes como los empleados deben pensar en cómo expresarlas. Hoy se pide innovación, pero esto implica mucho más que ser siempre optimista. Hay que crear espacio para tener conversaciones difíciles, gestionar la frustración y tener en cuenta que ésta puede llevar al llanto.
En tiempos de crisis siempre es mejor mostrarse positivo, porque eso flexibiliza las situaciones. Hay que saber aprovechar el lado positivo. Decir sí a las emociones, pero rechazando todo aquello que suponga crear un conflicto. Tenemos que buscar apoyos, salidas y soluciones.
sábado, 6 de agosto de 2011
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