(Gallud Jardiel, Enrique. 20 minuntos. pág 12. 30/10/2007)
Muchas decisiones que se toman al entrar en un establecimiento están dictadas por las impresiones que hemos recibido en pocos segundos.
Hay que cuidar:
- Decoración: La forma en que combinemos los distintos elementos que forman parte de nuestro establecimiento determinan, en gran medida, el éxito o el fracaso empresarial.
- La música: El sonido muy estridente puede atraer a nuestro cliente (sic), pero si le excita, le impedirá estar mucho tiempo allí. Los sonidos de la naturaleza, por el contrario, nos permiten comprar más relajadamente.
- El espacio: No hay que ser tacaños con el espacio. La acumulación de productos y transporte transmiten desorden y sensación de venta por mayor. Se tiende cada vez más al tratamiento museístico de las mercancías: lo que que se expone es sólo una muestra de lo que se tiene. Los espacios vacíos se asocian con el lujo y permiten al cliente pasear y sentirse a gusto.
- La luz: Una iluminación excesiva o fría incita a la compra rápida y no permite la relajación. Son más adecuada las luces indirectas, que iluminan los productos y producen una sesión acogedora.
- La mercancía: Si ve poca cantidad de un producto, el cliente considerará que si no efectúa la compra en ese momento puede quedarse sin lo que quiere. Al entrar, todo el mundo suele ir hacia la derecha, por lo que es mejor colocar allí los productos más caros o de más difícil venta.
- Los colores: El rojo excita y aleja a la clientela. El negro y el marrón transmiten seguridad y tradición, por lo que pueden ser recomendables para bancos, pero no para tiendas de ropa. El azul y el blanco sugieren asepsia y se aconsejan para centros de salud o estética. Los colores que incitan a permanecer más tiempo son los marrones y ocres.
- El mobiliario: La madera resulta muy acogedora, el cristal implica lujo, la piedra y el acero nos hablan de duración y garantía. Conviene que haya butacas o sillas para sentarse.
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