Las “incomodidades” más comunes son:
- No admitir el pago con tarjeta.
- No permitir cambios de producto.
- No devolver el dinero.
- No permitir tocar o probar los productos.
- No autorizar la toma de fotografías al producto.
- No gestionar reparaciones.
- No vender consumibles o repuestos.
- Esperas excesivas y trato “áspero”, por recortes de personal.
- Falta de espacio vital, por excesivo aprovechamiento del espacio.
- Menor posibilidad de elección o esperas innecesarias, por recortes de stock.
- Situaciones violentas, por uso excesivo de medidas anti robo o petición de depósito.
A la mayoría de negocios les es imposible calcular estas pérdidas porque no tienen implementados sistemas de análisis con los que podrían calcular qué proporción de los clientes que entran a la tienda acaban comprando, cuántos de los que pasan frente al escaparate entran, cuántos de los que compran vuelven, etc.
Lo más recomendable es detectar y anular estas “incomodidades” que, a la larga, te saldrán muy caras. Para ello tendrás que emplear al máximo la Orientación al Cliente, intentando ponerte en el lugar del cliente, preguntando, observando, estudiando el funcionamiento de otros negocios, etc. Lo importante es evitar que tu cliente piense que juegas con ventaja.
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