Como bien expresan los profesores del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA, Caracas) Urbi Garay y Maximiliano González en el prólogo de su libro: “Fundamentos de finanzas con aplicaciones al mercado venezolano”, las finanzas constituyen una de las ramas más modernas y de mayor crecimiento dentro de las ciencias económicas, haciendo un uso extensivo de herramientas de tipo cuantitativo, buscando de esta forma optimizar la manera como los agentes económicos (individuos, familias, empresas, instituciones públicas y por qué no, religiosas) asignan recursos escasos a lo largo del tiempo.
Y avanzando en el marco conceptual, se define el costo de oportunidad como la rentabilidad esperada de la inversión financiera a la que se renuncia por invertir en un proyecto económico de riesgo similar. En otras palabras, es el rendimiento que se “pierde” o se deja de percibir por no invertir en la segunda opción más rentable en una secuencia de proyectos.
Utilicemos un ejemplo práctico para obtener mayor comprensión de la base teórica; para ello me permito referenciar una empresa de comercialización que atiendo a nivel de consultoría. La misma, maneja un stock de inventario compuesto por infinidad de productos. La premisa básica de los altos directivos es tener de todo, en todo momento. En consecuencia, algunos ítems del inventario tendrán una alta rotación (aquellos que constituyen la razón de ser del negocio), otros productos una mediana rotación (artículos relacionados e indispensables para que el cliente minorista realice la mayor parte de sus compras en el establecimiento) y por último aquellos con una bajísima rotación pero que satisfacen el paradigma de la alta gerencia.
Entiéndase rotación como las veces que ese producto entra y sale del almacén en un determinado período de tiempo, a saber, una rotación de 6 veces indicaría que la línea específica de ese producto fue adquirida y vendida en promedio, en seis ocasiones en el ejercicio económico analizado.
Para los productos de muy baja rotación, existen algunos costos asociados de los cuales expongo sólo los siguientes: gastos por intereses de financiamientos bancarios y espacio ocupado en inventario. Se supone que si la empresa tiene empréstitos con instituciones financieras, parte de esos recursos son utilizados para el pago a proveedores, precisamente de los inventarios transitorios en almacén. Quiere decir, que un producto estancado en los depósitos se encarece en su costo intrínseco por los intereses bancarios prorrateados asociados a él. En la actualidad existen software especializados en la gestión de inventarios, donde empresas bien gerenciadas, priorizan los espacios de almacén para aquellos productos de mayor rentabilidad y más alta rotación, enfocando sus estrategias de mercadeo en las necesidades reales del consumidor, desincorporando de esta forma, aquellos productos de baja rotación que encarecen la gestión de inventarios.
Entonces, ¿que representa el costo de oportunidad? En el ejemplo anterior constituye la sumatoria de los intereses por financiamiento bancario y el costo de espacio en almacén asociado al producto de muy baja rotación, lo cual impide obtener una mayor rentabilidad si dicho espacio se utilizare para un producto de alta rotación, lo cual permitiría pagar el capital del préstamo en cuestión, porcentualmente asociado a dicho producto, ahorrando para la empresa los gastos por intereses pertinentes. Incluso, una alta rotación en inventario permite a la organización mejorar las condiciones de financiamiento con el proveedor, al conseguir una mayor cantidad de días para el pago de la factura, en algunos casos hasta del cero (0) % por la línea de crédito.
Para aquellos empresarios y profesionales que desean alcanzar el éxito financiero, una de las fórmulas de gestión más utilizadas es “ofrecer productos y servicios a la mayor cantidad de personas posibles, con la mayor calidad posible, al menor costo posible”. En nuestro ejemplo, los dueños de la empresa deben optimizar los costos asociados al manejo de inventarios, diseñando políticas adecuadas y apoyándose en la implementación de software de gestión especializados, siendo conscientes de que la premisa: “tener de todo, en todo momento” no cumple con la última parte de la fórmula: “al menor costo posible”.
Podría seguir desarrollando ejemplos en el ámbito empresarial, ahondando en los aportes de Michael Hammer & James Champy en su libro: “Reingeniería” o Eliyahu Goldratt en su novela gerencial “La Meta”, investigadores que han contribuido en el diseño de herramientas gerenciales de comprobada efectividad. Sin embargo, no desperdicio la ocasión de citar a Bob Ryan, de su libro “Metodología de la Investigación en Finanzas y Contabilidad” el cual expone: “Investigar es una actividad que todos llevamos a cabo para saber más sobre nuestro entorno y el impacto que tenemos en él. La investigación puede llevar distintas etiquetas: “académica”, “científica”, “fundamental” y “aplicada”, por poner 4 ejemplos. Sin embargo, ninguno de estos adjetivos cambia el aspecto más importante de la investigación en sí, a saber: que investigar es descubrir y que comporta desacuerdos, críticas, posibilidades y errores” Página 9.
Ryan sorprende con la siguiente declaración: “No hace falta ser un gran experto en números para contribuir a la investigación avanzada en estas áreas de estudio. La contabilidad y las finanzas ofrecen amplias posibilidades, incluso a los investigadores que menos saben de números para desarrollar sus otras habilidades intelectuales”.
Abundan áreas perfectibles en toda organización que pueden ser atendidas. El desarrollo de juntas directivas regulares y el acompañamiento de consultores altamente especializados, en el marco del gobierno corporativo, redundan en mejores resultados financieros por el abordaje entre otros tantos aspectos, del costo de oportunidad de las diferentes unidades del negocio.
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lunes, 16 de septiembre de 2013
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